lunes, 6 de enero de 2014

POBLES DE LA MAR

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Valencia

2014, el año del Cabanyal

El plan urbanístico aprobado en 2001 se enfrenta a su año decisivo con 800 viviendas y solares vacíos en la zona de la prolongación sin solución para desbloquear las obras

06.01.14
PACO MORENO 
 

2014, el año del Cabanyal


El más discutido y debatido proyecto urbanístico de Valencia se enfrenta este año a su solución definitiva. La prolongación de la avenida Blasco Ibáñez y el resto del plan del Cabanyal serán objeto de negociación en la comisión bilateral entre el Gobierno y la Generalitat en próximas fechas, con el ayuntamiento como invitado de excepción, para definir cómo desbloquear una parálisis que se remonta al 24 de enero de 2001, cuando se aprobó un documento que prevé la demolición de 1.600 viviendas, la ampliación del bulevar y 1.500 pisos de promoción pública en sus aledaños, además de una larga lista de equipamientos públicos.
La comisión se reunirá una vez que el Gobierno ha retirado su recurso en el Tribunal Constitucional en contra de las obras y el Consell ha hecho lo mismo con el modificado de la declaración de Bien de Interés Cultural, que avalaba la prolongación de la avenida. Fuentes conocedoras del proceso confirmaron que ya se dan los primeros pasos, aunque de momento sin plazos fijados.
El Diario Oficial publicó el pasado jueves el acuerdo del Constitucional de la extinción del proceso judicial abierto, lo que deja en primer plano la orden ministerial del 29 de diciembre de 2009, el conocido decreto de González-Sinde, que declaró el plan como un expolio de los valores artísticos y patrimoniales del barrio marinero.
Quince años después del encargo del pleno municipal para la redacción del plan, la situación es que buena parte de las viviendas afectadas de demolición están vacías y en ruinas, a la espera de conocer qué hacer con ellas. De las 1.600 susceptibles de ser derribadas, fuentes municipales aseguraron que alrededor de 800 propiedades están desocupadas o han desaparecido, convertidas en solares.
La información se actualiza con los datos que llegan de las ofertas de venta a la oficina del Plan del Cabanyal. El plan urbanístico abarca más inmuebles (se extiende por una superficie de 678.278 metros cuadrados), pero la zona más degradada coincide con la prevista para la prolongación de la avenida y el bulevar San Pedro.
El acuerdo del consejo de Ministros del 31 de octubre deja bien claro que el plan urbanístico debe adaptarse a la orden ministerial, contraria a la prolongación. Nadie ha explicado todavía cómo se hará, aunque la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, ha dicho siempre que se le ha preguntado la voluntad firme de mantener la ampliación de la avenida en el futuro acuerdo.
Cuando dio a conocer el acuerdo, el mismo día que se aprobó, confió en que para diciembre ya se hubiera tomado una decisión, aunque admitió que en el proceso previo se habían producido «tensiones» con el Ministerio de Cultura. A día de hoy, todavía no se sabe cuándo se reunirá por primera vez la comisión.
Ese retraso, que se remonta a lustros, desespera a los vecinos del Cabanyal, tanto a los partidarios del plan como a los detractores. Los datos de la oficina del padrón municipal indican que la población ha mermado en un 20,3% desde 1981 y la razón principal se encuentra en la paralización de las obras.
Susi Gallart, miembro de la plataforma 'Sí Volem', indicó que la propia Barberá les llamó por teléfono en octubre: «nos dijo que en 2014 comenzarían al menos los trámites y que, dentro de la ley, haría lo que pudiera». La visión de la entidad es pesimista, tanto sobre la situación del barrio como del propio plan. «Lo tenemos todo perdido y lo estamos pasando muy mal como no vengan pronto las máquinas».
El ayuntamiento mantiene desde abril de 2010 la suspensión de licencias de obra salvo algunos supuestos, como las menores, las que afectan a la conservación de los edificios y las de protección del patrimonio cultural en inmuebles catalogados, entre otros.
Gallart destacó que los jóvenes «no quieren venir en esta situación y los mayores se van muriendo, con lo que perdemos cada vez más vecinos». Subrayó el problema de las ocupaciones ilegales de casas vacías, principalmente por las malas condiciones en las que viven estas personas y los vertederos que aumentan en los solares. «Recogen cosas de los contenedores y lo que no pueden vender lo tiran en cualquier sitio». Los últimos datos difundidos por el ayuntamiento hablan de 120 inmuebles en esta situación, aunque la cifra fluctúa mucho cuando aumenta la presión policial.
La dirigente vecinal, miembro de la asociación favorable al plan, dijo que sigue habiendo una mayoría de residentes partidarios de la prolongación. «Muchos me preguntan cuándo vienen las máquinas», para indicar por último en que todavía tiene fe en que «venga la avenida.
De opinión contraria es la portavoz de Salvem el Cabanyal, Maribel Domenech, quien consideró que la adaptación del plan a la orden ministerial es una «verdadera oportunidad para el barrio», aunque lamentó que se ha vuelto a la misma situación que hace cuatro años, cuando la prolongación fue considerada un expolio a los valores arquitectónicos de esta parte del Marítimo.
En su opinión no ha habido tanta pérdida de población, sobre todo teniendo en cuenta el «acoso inmobiliario al que hemos estado sometidos». Pese a la degradación de muchas fincas y la abundancia de solares, consideró que «todo es reversible de manera facilísima en unos pocos años», con una estrategia que pase por la rehabilitación de inmuebles. «El Cabanyal se puede recuperar», subrayó, para indicar como ejemplo el parque de viviendas que ya son de propiedad municipal, compradas para ser derribadas.
«La prolongación no se va a hacer y toca acabar con el sufrimiento del barrio», consideró. El patrimonio del consistorio debe servir para «viviendas sociales, el colegio mayor disperso del que se ha hablado, un instituto de Secundaria y la piscina cubierta que no se hizo en el puerto, por ejemplo».
Destacó la unión de asociaciones contrarias y favorables al plan urbanístico en la plataforma 'Units pel Cabanyal', para criticar la falta de comunicación con el ayuntamiento. «No nos han llamado en un año», aseguró la dirigente vecinal.
Este movimiento tuvo como respuesta el Plan + del Cabanyal, una iniciativa policial para coordinar el refuerzo de limpieza, desalojo de viviendas ocupadas ilegalmente y otras situaciones que aceleran la degradación de la zona. Domenech dudó de la efectividad e incluso la puesta en marcha del plan, para insistir en que «los desalojos sin una atención social no son la solución».
La apuesta del gobierno municipal por el plan es firme. El 24 de octubre, una semana antes del acuerdo del consejo de Ministros, el consistorio aprobó una serie de modificaciones en el Plan Confianza que afectaron a 11 proyectos con una suma total de 27 millones de euros.
De esta cantidad el Cabanyal se llevará 17,5 millones, de los que 12,8 millones irán a parar a iniciativas directamente relacionadas con la prolongación de Blasco Ibáñez y la apertura del bulevar San Pedro, así como la compra de más viviendas para su demolición.
Los proyectos tienen fijadas unas anualidades que acaban este año, algunas fuentes hablan incluso del mes de abril, mientras que el concejal de Urbanismo de Valencia, Alfonso Novo se refirió a que mantendrán su vigencia hasta el 31 de diciembre. Por su parte, fuentes de la Conselleria de Hacienda indicaron que, en el caso de que no se cumplan los plazos, se prorrogarían las ayudas al próximo ejercicio.
Fuentes conocedoras del plan indicaron que «con tres o cuatro promociones de viviendas podría resolverse el tema de los realojos», para citar como ejemplo los 125 pisos pendientes en un solar de la avenida Blasco Ibáñez, en la esquina con el bulevar Serrería. También otra en la calle Carlos Ros y una tercera en la calle Padre Luis Navarro, que se ofrecerían a los vecinos afectados en la zona de la prolongación.
Por su parte, el presidente de la asociación de comerciantes del Cabanyal, Emiliano García, consideró que la prioridad pasa porque se concedan de nuevo licencias de obras. «Hay personas interesadas en invertir y vivir en el barrio, aunque no pueden». Esto supondría un freno decisivo para la pérdida de población en la zona.
Sobre las viviendas de propiedad municipal, lo adecuado sería «cambiar el objeto social y que la empresa Plan Cabanyal se dedique a la rehabilitación», al considerar que la adaptación del plan a la orden ministerial elimina cualquier opción de llevar a cabo la prolongación.