domingo, 17 de febrero de 2013

La revolución no saldrá por la tele

Marta Solé
Periodista
Hasta las protestas se hacen mayores aunque para la indignación, lamentablemente, no pase el tiempo y hoy, como hace 10 años, sigamos cargados de razones para lanzarnos a las calles. Es 15 de febrero y se cumple una década de la manifestación más multitudinaria de la historia, la que llevaba por lema ‘No a la guerra’. La del clamor de 30 millones de personas que salieron a la calle en todo el mundo para exigir a los gobiernos aliados que no invadieran Irak y que –en caso de desoír su ruego- no lo hicieran en su nombre. He repasado el listado de entidades, grupos y asociaciones que en 2003 se reunieron bajo el paraguas de ‘Aturem la Guerra’ en Barcelona. Tal vez les sorprenda conocer que en la lista están todos los partidos políticos con representación parlamentaria en la época excepto el que estaba entonces –y está ahora- en el gobierno central. Hay causas que unen mucho y, por lo visto, más fácilmente que otras.
Lo que está claro, se mire por donde se mire, es que esta sociedad a la que durante una década se ha tachado de aborregada y apática no ha dejado de moverse aunque sólo salga en la foto los días 15, de febrero o de mayo. De 2003 o de 2011. Una sociedad que ha pasado de los perros y las flautas –y todos los epítetos al estilo Arturo Fernández (el ‘cómico’, no se me líen) que se usaron y se usan para denostar al que protesta- al Congreso de los Diputados.
Ayer hablé con Esther Vivas, periodista, activista e investigadora en movimientos sociales, quien reconoce que la mecha no ha prendido hasta que no nos hemos encontrado la orden de desahucio en la puerta de casa o el finiquito en la mano. La realidad nos ha estallado en la cara y hemos regresado a las ideas para pasar a la acción. Al finar esto de pensar, amigos, es pura cuestión de supervivencia. A todos los que se siguen preguntando donde están ahora los indignados –escuchen la palabra con un tonillo a lo Arturo Fernández (el ‘cómico’ y añádanle el adjetivo ‘feo’, que siempre va bien)- tendríamos que responderles que nunca se habían ido, aunque, sin la profundidad de la crisis no habrían cristalizado en movimientos como el 15M o la PAH.
Como dice la canción que hoy les adjunto, la revolución no saldrá por la tele. Pero nosotros parecemos obsesionados en exigir una especie de ‘fe de vida’ a cualquier cambio para asumirlo como tal: que se emita en colores en el comedor de casa.
Vivas iba hace diez años detrás de la pancarta “No a la guerra” y  hoy iría detrás de la que dijera “Fuera ladrones y corruptos del gobierno”. No puedo estar más de acuerdo.
Parafraseo una frase del libro que tengo en la mesa: “dos más dos no siempre es igual a cuatro. Una vida humana vale lo mismo que dos vidas humanas. Lo mismo que cien vidas”. Es de Bru Rovira, y aparece en el libro No a la guerra, editado en 2003.
Nunca imaginé que la guerra sería tan larga.

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